No podemos entender nada sobre las relaciones entre los padres y
la escuela si
hacemos caso omiso
de la imposibilidad de escapar a lo que Berthelot (1983) ha llamado «la trampa
escolar». Que el deber de informar e implicar a los padres de ahora en adelante
forme parte del conjunto de condiciones de los profesores, y requiera las competencias
correspondientes, no debería hacer olvidar que el derecho a la información y a
la consulta no hace desaparecer la obligación escolar, que es en cierto modo
una forma moderna de volverla soportable, aceptable, mediante padres ellos
mismos escolarizados y que rechazan en lo sucesivo que se instruya y que se
eduque a su hijo sin consultarles.
Informar e
implicar a los padres es pues a la vez una consigna y una competencia.
El referencial
adoptado aquí retiene tres componentes de esta competencia global:
. Fomentar
reuniones informativas y de debate.
. Conducir reuniones.
. Implicar a los padres en la construcción
de los conocimientos.
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